viernes, 13 de abril de 2012

Capítulo 1 (Parte I).

[Una semana antes...]
{Narra Álex}

Apreté mi dedo contra el timbre por tercera vez, ahora durante más tiempo. Cómo no, Ashley no era puntual ni el primer día de clase, pero supongo que tendría que acostumbrarme a ello, ya que pasaría a buscarla el resto de los días durante todo el curso.
La conocía tan sólo desde el año pasado, pero una fuerte amistad nos unió desde un principio. O, bueno, puede que algo más. Descubrí por otras personas que Ashley estaba enamorada de mí hasta la médula y, a ver, no os voy a engañar, es simpática, divertida y muy guapa. No me hubiera importado para nada haber tenido algo con ella, pero, parándonos a pensar con sensatez, eso podría haber arruinado nuestra amistad. Así que, después de hablarlo con ella, decidimos quedar así, siendo mejores amigos. Y, no te lo voy a negar, no me arrepiento de haberlo hecho, ya que Ashley es la persona más dulce y adorable que puedas encontrarte jamás.

Me encontraba tan sumido en mis pensamientos que no me di cuenta de que Ashley ya estaba a mi lado, con una ajustada camiseta blanca, unos vaqueros pitillo y unas converse rojas. Simple, pero preciosa.
- Lo siento, Álex, ya he vuelto a llegar tarde, mátame si quieres - se disculpó a modo de saludo.
- Por hoy te perdono, pero de mañana no te libras. ¿Qué prefieres, veneno o bala en la cabeza?
- ¡Álex, eres un bruto! - Ashley me pegó un puñetazo en el hombro, no demasiado fuerte, y rápidamente comenzó a reírse. - Oye, ¿y Amanda? ¿No viene con nosotros?
- Oh, si, vendrá con nosotros el resto de los días. Pero hoy es el primer día y... bueno, ya sabes cómo es. Quería llegar la primera para asegurarse de que obtendrá su puesto de delegada de clase, como siempre - puse los ojos en blanco.
- Oh, vamos, no seas así. Amanda es un amor de chica. Podrías tomar ejemplo de ella y, además, saca mejores notas que tú - me echó la lengua y empezó a correr para adelantarme, entre risas.
- ¿Ah, si? Pues ahora verás... - sonreí con resignación y empecé a correr detrás de ella.

{Narra Hayley}

- Al salir de clase, las dos derechitas hacia casa de Hayley, ¿te queda claro?
- Sí, mamá.
- Y no os entretengáis por el camino, por favor. Vienen vuestros primos a comer y tenemos que ser puntuales.
- Que siiiiiiiiiii, mamá - Maddie comenzaba a perder la paciencia pero yo encontraba aquella escenita muy divertida.
- Y a ver si no te juntas tanto con Harry este curso, hija, que no dejas de tener dieciséis años y...
- ¡Mamá, es mi novio! - interrumpió Maddie, casi gritando, a la vez que salía del coche, dejándose la puerta abierta tras ella. Yo empecé a reírme a carcajadas.
- No te preocupes, tia Alison. Yo me encargo de vigilarlos - dicho esto, le guiñé un ojo y cerré la puerta.

Tuve que echarme entonces una pequeña carrera, puesto que Maddie había empezado a caminar hacia el edificio principal del instituto sin esperarme.
- Gracias por esperarme, mi amor, yo también estoy muy emocionada de estar hoy contigo - dije sarcásticamente. Apenas había visto a Maddie durante el verano, y eso que éramos primas. La había echado mucho de menos.
- Lo siento, Hayley - Maddie se paró y se puso frente a mi. Esbozó una pequeña sonrisa - ¡Sabes que yo también te he echado de menos! - me abrazó entonces, dejándome completamente descolocada.
- Maddie, para, ¡me asfixias! - empecé a reírme y me separé de ella - Yo también te he echado de menos, pero no te preocupes, hoy recuperamos tiempo perdido - le guiñé un ojo y volví a reír.
- No te has perdido mucho, créeme. Harry y yo seguimos igual. Quién seguramente tenga novedades es Abby - se rió - ¿Me acompañas adentro para buscarla?
- Eh... no, lo siento. Prefiero... no sé, caerme por un precipicio lleno de rocas afiladas - Maddie me miró levantando una ceja, con una expresión muy cómica en su rostro - No te lo tomes a mal, boba, sabes que Abby y yo no somos lo que se podría decir... grandes amigas. Además, allí está Liam, no lo veo desde hace por lo menos mes y medio - esperaba que eso sirviera como disculpa. Y si no, me daba igual, no pensaría acercarme a hablar con esa arpía en mi vida. O, al menos, eso creía yo...
- Está bien, luego nos vemos - dijo, tras soltar una breve carcajada. Me hizo después un gesto con la mano y acto seguido, desapareció a través de la enorme puerta principal del instituto.

Miré el reloj de pulsera que llevaba en la muñeca. Todavía eran las 08:45, tenía quince minutos de libertad antes de volver a ser encerrada en nuestra cárcel particular, como solíamos llamarla nosotros.
Comencé a caminar hacia dónde había visto a Liam minutos atrás. Se encontraba próximo a la puerta del instituto, de espaldas a mí, hablando con un chico. Debía tener más o menos su misma edad, pero era algunos centímetros más bajo que él. Su pelo era rubio con mechas oscuras y, por lo que pude observar a medida que me acercaba, sus ojos eran azules, tan azules como el mismo mar. Tenían algo, un brillo especial, encantador, que impedía apartar la vista de ellos.
Sacudí la cabeza, intentando pensar en otra cosa. Así que empecé a correr hacia ellos y, cuando estaba apenas a unos centímetros de distancia, salté y me subí a la espalda de Liam, tapándole los ojos con mis manos y dándole besitos cortos y cariñosos en la mejilla.

- Liam James Payne Smith, ¿¡cómo te has atrevido!? - me bajé entonces de su espalda y me coloqué frente a él, colocando un dedo en su pecho y mirándolo fijamente a los ojos - No me has llamado ni una sola vez en todo este verano... ¡siempre tenía que hacerlo yo! - fruncí el ceño y me crucé de brazos, fingiendo estar enfadada.
- Hayley, te prometo que te llamé millones de veces, pero siempre me daba comunicando... no quiero ni imaginarme con quién estarías hablando tú - sonrió divertido, revolviéndome el pelo con una mano.
- Bla, bla, bla. Excusas. - le saqué la lengua y me giré, dándole la espalda. Me había olvidado por completo de que el otro chico se encontraba detrás de mí. Me sonrojé violentamente, siendo consciente de ello, pero traté de disimularlo - Hola, ¿qué tal? Me llamo Hayley, encantada - sonreí abiertamente, ignorando a Liam, que seguía farfullando palabras que no alcanzaba a oír - Oigo murmullos, ¿tú también los escuch...? - no me dio tiempo a terminar la frase, puesto que las enormes manos de Liam se posaron sobre mi vientre, haciéndome múltiples cosquillas. Comencé a reírme sin parar, no aguantaba que me hicieran cosquillas. Como pude, le pedí por favor que parara.
- Eres un bicho - dijo, soltándome por fin y aguantándose la risa - Por cierto, te presento a mi primo Niall. Es nuevo en el instituto.
- ¿Sois primos? - pregunté
- Si - contestó Niall, sonriente - ¿Por qué? ¿Nos parecemos?
- ¡Para nada! En primer lugar, porque tú eres guapo, pero él... - comencé a reírme escandalosamente, seguida por Niall. Me encantaba picar a Liam con cosas así.
- Tenía asumido que soy feo, pero no me gusta que me lo digan a la cara... - frunció el ceño, enfurruñándose de broma. Yo paré al instante de reír.
- ¿Estás de coña? Porque yo al menos lo estaba, bobo - no me podía creer que precisamente Liam dijera eso, precisamente él. Parecía un puto modelo de lo guapo que era: alto, fuerte y atractivo.

Antes de que mi mejor amigo pudiera contestar, sonó el timbre, anunciando el comienzo de las clases. Puse los ojos en blanco. Ahora si que se podía decir que el infierno había comenzado.
- ¿Qué edad tienes? - me dirigí a Niall
- Cumpliré los dieciocho en un par de meses, ¿por? - me dedicó una sonrisa encantadora, que hizo que me pusiera a temblar. Lo de este chico no era ni medio normal.
- Oh, estarás en un curso más, entonces... - murmuré, mirando hacia el suelo. Levanté después mi cabeza, mirándolo fijamente a los ojos. Noté como las mejillas se me coloreaban tímidamente - Es una pena que no nos haya tocado en la misma clase. En fin, os veo luego - les dediqué una sonrisa y entré corriendo en el edificio, ya que no quería que se me presentara otra oportunidad para meter la pata de esa forma que sólo me ocurre a mí.

[Minutos antes...]

{Narra Harry}

La vi. Allí estaba, con su suave pelo rubio que tanto me gustaba acariciar colocado despreocupadamente sobre uno de sus hombros. Su piel, por lo general pálida, estaba algo bronceada, y la blusa blanca y los shorts vaqueros que llevaba ese día la resaltaban aún más. Estaba de espaldas a mí, concentrada en introducir unos libros dentro de su taquilla, pero esta parecía estar llena hasta los topes y se resistía a dejar pasar cualquier otro objeto.
Continué observándola durante unos cuántos segundos, pero cuando advertí que comenzaba a perder la paciencia, me acerqué y rodeé su cintura con mis brazos.

- ¿Te ayudo, preciosa? - susurré, acercando sutilmente mis labios a su oído. Ella dejó de forcejear con la taquilla y se quedó parada. Percibí una pequeña y tímida sonrisa por su parte.
- Si, por favor... - Maddie resopló con resignación y me dio un par de libros. Yo, con unos movimientos rápidos y ágiles, reordené su taquilla, de forma que hubiera el suficiente espacio para guardarlo todo. Una vez hube terminado, cerré la puerta y me apoyé sobre ella, mirándola - Listo, señorita.
- Gracias, de verdad - rió levemente - Me hubiera pasado ahí toda la mañana si no llega a ser por ti...
- Eh, eh - la interrumpí - ¿Te parece suficiente esa forma de darme las gracias?
Maddie puso los ojos en blanco y se rió, de un modo muy gracioso y pasó los brazos alrededor de mi cuello, regalándome un beso dulce y tierno.
- Te he echado mucho de menos... - susurró, separándose de mi y mirándome a los ojos. No me dio tiempo a contestarle, puesto que volvió a juntarse a mi, presionando sus labios contra los míos. No pude evitar sonreír, sin despegarme de ella. Yo también la había echado de menos.

- Eh, rubia, que te vas a quedar pegada - una voz burlona situada apenas a dos metros de nosotros nos interrumpió. Maddie se separó de mí rápidamente, dirigiendo su mirada hacia dicha persona. Se cruzó de brazos y levantó una ceja, con aspecto molesto.
- ¿Ya tienes que estar incordiando desde el primer día? Vete con tu noviecita y déjanos en paz - espetó ella, de un modo muy cortante.
El aludido levantó las cejas repetidamente. Parecía impresionado. Zayn, a su lado, se rió escandalosamente, pero no dijo nada.
- Beth todavía no ha llegado y, mientras tanto, el único pasatiempo que me interesa es molestarte, rubita - le guiñó un ojo. La reacción de Maddie a esto fue mundial. Yo me reí escandalosamente, acompañando a Zayn. Ambos me caían bastante bien, eran buenos tipos. Y, por lo tanto, no dejaba de encontrar aquella situación algo divertida.
- Piérdete, Tomlinson - Maddie se giró, dándole la espalda, me cogió de la mano y me arrastró por el pasillo. Me dio tiempo a hacerles un gesto con la cabeza a modo de despedida a los chicos, antes de que mi novia empezara a hablar - ¡No lo soporto! Es tan... tan... ¡Aghhhh! - ahogó un grito, por lo que no pude sino volver a reírme - ¡Y tú! ¿Te parece bonito? Se estaba metiendo conmigo y tú te ríes...
- No te enfades, tonta - dije, intentando contener la risa - Eres muy graciosa cuando te picas, simplemente es eso.
- Ya, claro. Si es que todos los hombres sois iguales... - frunció el ceño.
- Venga, perdóname Maddie - me coloqué frente a ella, haciéndola frenar. La miré a los ojos haciendo que ella mirara también los míos. Su expresión era seria - Te quiero - continué expectante. Tardó unos cuantos segundos pero, al final me regaló una de sus bonitas sonrisas. Yo le correspondí, encantado.
- Anda, tonto, vamos... - me cogió de la mano y juntos empezamos a caminar por el pasillo, dirigiéndonos ya hacia clase.

{Narra Amanda}

Quedaban apenas cinco minutos para que sonara el timbre que daría comienzo a las clases, pero yo ya me encontraba allí desde hacía al menos un cuarto de hora. Ya había colgado algunos carteles en las vacías paredes de la clase y guardado mis libros en un pupitre de la segunda fila, no de la primera, cómo seguro que muchos de vosotros os esperabais. Era una manía que tenía desde pequeña. Estar en primera fila me agobiaba, sentía la presión del profesor sobre mí, además de todas las miradas penetrantes de mis compañeros clavadas en la espalda. Una tontería.
Lo dicho, me encontraba colocando ordenadamente las tizas al lado de la pizarra cuando una voz dulce y musical me sobresaltó.

- ¿Es aquí la clase de quinto? - me giré hacia quién había hablado. En la puerta de la clase se encontraba una chica menuda y delgadita, con la piel pálida, muy pálida. Su pelo era castaño cobrizo, puesto que tenía múltiples reflejos rojos y sus grandes ojos castaños me miraron con expresión asustada.
- Eh... sí, aquí es - le sonreí, intentando tranquilizarla. Ella me sonrió y pareció relajarse un poco. Caminó un par de pasos, acercándose a mí.
- Me llamo Elle y soy, soy nueva - pude apreciar un fuerte acento en su voz, pero no supe reconocer de dónde - ¿Y... y tú? - su voz temblaba, se le veía realmente nerviosa.
- Yo me llamo Amanda, encantada - le di un cariñoso abrazo y un beso en la mejilla - No eres de aquí, ¿verdad? Tienes un acento muy fuerte...
- No, la verdad, soy francesa - ella rió nerviosamente.
- Ah, ya decía yo... - reí - Bueno, Elle, Bienvenida al instituto, pues.
- Bienvenida al infierno, dirás - mi hermano entró junto a Ashley en la clase, ambos mirándonos con gesto divertido. Yo puse los ojos en blanco.
- Álex, eres un exagerado - sonreí después - Bueno Elle, estos son mi hermano Álex y Ashley. Ambos vendrán también en esta clase.
- Eh, encantada - Elle sonrió tímidamente. Ashley le sonrió adorablemente, mientras que mi hermano le guiñó un ojo. La francesa se sonrojó violentamente entonces.
Iba a hacer un comentario respecto a eso, pero fui interrumpida por el timbre y por una veintena de adolescentes hormonados hablando a gritos que entraba en clase como una estampida. Resoplé y le hice una seña a Elle para que me siguiera, indicándole que se sentara a mi lado. "Principio de curso, allá vamos".

{Narra Abby}

Volví a acercarme a Chuck, agarrándole del cuello de la camisa y pegándolo aún más a mi, si cabe. Lo besé apasionadamente, como si no hubiera un mañana. Si, se podría decir que cada vez que nos veíamos ocurría esto, pero ya lo hacíamos más por tradición que por otra cosa.

- Abby, ya ha sonado el timbre, deberíamos entrar - dijo mi novio separándose de mí pero sin borrar la sonrisa de su rostro.
- Venga, ¡si es el primer día de clase! No pueden obligarnos a entrar tan temprano... - refunfuñé yo - Además, quiero quedarme un rato más aquí contigo... - volví a acercarlo a mí, presionando con fuerza mis labios contra los suyos. Él sonrió mientras lo hacía.
- Abby, precisamente porque es el primer día de clase deberíamos llegar pronto. Venga, nos vemos luego en el recreo - volvió a darme un beso rápido y entró por la puerta principal del instituto, no sin antes guiñarme un ojo.

Apoyé mi espalda en la pared y resoplé. Qué raro estaba Chuck, últimamente ya no era el mismo. Bueno, realmente, no lo era desde hacía aproximadamente un año. Sí, llevábamos dos años saliendo, pero hablando con sinceridad, estaba algo aburrida. ¿Que por qué no lo dejábamos? Simplemente, no me apetecía enfrentarme a todos los rumores que saldrían de las bocas de los cotillas de este instituto. Si, bueno, reconozco que yo era una de ellas, puede que de las peores. Pero no me apetecía, y punto.
Además, Maddie había estado intentando durante todo el verano convencerme para que lo dejara. Insistía día sí y día también. Una pesadez. Se me ocurrió pensar por un momento que a ella podría interesarle Chuck, de ahí que me rompiera la cabeza cada día. De hecho, fue de lo que estuve convencida durante todo el verano. Siempre me decía a mi misma que era una puta, que aún por encima de tener novio y éste estar bueno, quería robarme a mí el mío. Y por eso, me distancié de ella. Porque, pese a ser mi mejor amiga, era una puta. Al final, Maddie consiguió sonsacarme todos mis pensamientos, y después de una larga llamada telefónica en la que nos llamamos de todo menos guapa, hicimos las paces. Pero no podía apartar de mis pensamientos la posibilidad de dejarlo con Chuck... quién sabe, quizás fuera hasta buena idea.

Decidí que ya había pasado el suficiente tiempo como para continuar castigando a los demás sin mi presencia, así que entré en el edificio y, tras guardar el traje de animadora en la taquilla, ya que después tendría entrenamiento, me dirigí a clase.

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