sábado, 19 de mayo de 2012

Capítulo 2.

{Narra Abby}

Un gesto de extrañeza apareció en mi rostro cuando el grupo de animadoras que frecuentemente me rodeaba durante el recreo se echó hacia un lado. Normalmente alababan mi pelo, mi ropa o mi nuevo esmalte de uñas. Ese día, sin embargo, no habían tenido ni tiempo para ello, puesto que alguien se había acercado a nosotras. Alguien que no pertenecía a ese "nosotras".
Una muchacha de mi edad, de estatura media-baja y delgada. Piel blanca, muy blanca y cubierta de diminutas pecas. Cabello pelirrojo teñido, cortado de forma desigual a la altura de los hombros. Y una sonrisa en su rostro que demostraba mucha seguridad.

- ¿Qué quieres? - espeté de forma brusca, después de unos segundos de mutua observación. Sabía que ninguna de las chicas iba a hablar, todas eran demasiado tontas como para que algo inteligente se les pasara por la cabeza. Simples ignorantes lameculos que sólo saben hablar de barras de labios y de falditas cortas.
- Vaya, no creí que fueras a ir directa al grano - se notaba, por su tono de voz, que intentaba ser divertida. Amable. Agradable, al menos. Pero, lo siento, eso era algo que no funcionaba conmigo - Quiero ser animadora.
- Ah, ¿sólo era eso? - vaya, no me lo habría imaginado. No tenía pinta... no sé, de animadora. En fin, todo el mundo se merece una oportunidad, ¿verdad? - Las pruebas son esta tarde después de clase, en el gimnasio. Acércate e inténtalo, todavía quedan puestos libres en la penúltima fila - sonreí con suficiencia. Escuché un par de leves risitas a mis espaldas.
- No, no, creo que no me he expresado bien... - soltó una sonora carcajada que me dejó helada - He dicho que quiero ser animadora. Capitana, para ser exactos.

{Narra Beth}

¿Quién era aquella chica? Algo pasaba. Todos los skaters estaban a lo suyo, pero Louis, Zayn, Frankie y yo sabíamos que algo no iba bien. Y, cuando escuchamos a Abby comenzar a gritar, decidimos acercarnos al grupito de las pijas.

- ¡Pero tú! ¿Qué te crees? ¿Que puedes llegar y comenzar a revolucionar todo esto? No, bonita - Abby comenzaba a perder la paciencia - Además, ¿te piensas que puedes llegar a ser animadora? ¿Tú? Por favor, para eso tienes que ser guapa y estar buena, no te digo más.

¿Qué? Definitivamente, no podía creer lo que estaba oyendo. Observé a la muchacha pelirroja, de la cual todavía no conocía ni su nombre, y pude comprobar que estaba al borde de las lágrimas. Toda su seguridad se había esfumado.

- Eh, Abbigail, cierra el buzón de una vez y mueve esas bonitas y delgadas piernas que tienes a otro lugar - Abby me miró con la boca entreabierta y los ojos como platos. ¿Tan raro le parecía que yo le hablara así? - Sí, te hablo a ti, muévete - ahora, todas las animadoras me miraban como su capitana. Agh, eran todas despreciables. Asquerosos clones...

Finalmente y, tras haberme asesinado varias veces con la mirada, Abby se dio la vuelta y se marchó con paso decidido, no sin antes escupir entre susurros un "Esto no quedará así". Todas sus amiguitas le siguieron cual perritos falderos.

- Uh, esa es mi chica - Louis me pasó un brazo por el hombro y me dio un sonoro beso en la mejilla. Me sonrojé ligeramente y sonreí - Ey, ¿cómo te llamas? - se dirigió ahora a la joven, que trataba de mantenerse seria y calmada.
- Soy Sue. Si vais a ser tan imbéciles como esa puta acaba de serlo, avisadme, porque me ahorro intentar mantener una conversación medianamente decente con vosotros - se cruzó de brazos, fulminándonos con la mirada. Frankie y yo nos miramos la una a la otra, y Zayn reprimió una carcajada. Sin embargo, Louis se mantuvo serio, observándola fijamente.
- Vamos a hacer una cosa. He visto que no tienes amigos, ¿me equivoco? - no la dejó responder - Como has sido taaaaaaaaan amable con nosotros - ironía - voy a hacer una cosa. Te vas a subir a este skate - dejó caer su tabla a los pies de la chica, que golpeó el suelo estrepitosamente - y vas a patinar. Si lo consigues, perfecto, bienvenida al club. Si fallas... bueno, tus consecuencias tendrás. Y a ver si así se te quitan las ganas de hablarnos de esa forma - mantuvo una expresión firme - Andando.

Louis se dio la vuelta y echó a andar, seguido muy de cerca por la asustada Sue. Me quedaba atrás, así que corrí para alcanzarlo y me coloqué a su lado, agarrado su brazo levemente.

- Louis, te has pasado. ¿Por qué le has hablado así? Sólo estaba asustada...
- No, no estaba sólo asustada. Tengo un mal presentimiento, Beth.
- Aún así, te has pasado.

Louis no contestó. Simplemente dejó de caminar cuando llegamos a la zona de skaters.

- Ahora, monta - y se cruzó de brazos, sin dejar de observarla.

Sue, con inseguridad, se subió al skate. Era muy inestable y no duró sobre él ni siquiera dos segundos. Cayó aparatosamente al suelo. Todos los skaters miraron hacia ella, que estaba sentada en el suelo, con las mejillas rojas de la vergüenza. Y, a la vez, como si todo estuviese ensayado, comenzaron a reírse a carcajada limpia. Todos.
Yo permanecí seria, observando con rabia el rostro de la chica, por el cual comenzaron a deslizarse múltiples lágrimas. Nadie dejaba de reír, así que ella se levantó y comenzó a alejarse.
Ignorando las risas de mis amigos, intenté agarrarla de un brazo y mostrarme compasiva con ella, pero rápidamente se soltó y me miró con gesto repulsivo.

- ¡No me toques! - gritó y, después, se marchó corriendo. Yo observé cómo se iba. Me dolía verla así, puesto que recordaba mi infancia y... no, nada. No quería recordarlo. Quería olvidarlo. Había hecho borrón y cuenta nueva hace tiempo, y no era plan de estropearlo todo.
Molesta, me di la vuelta de nuevo y caminé hacia Louis, que continuaba riéndose junto a Zayn.

- ¡Cállate ya! - le golpeé con fuerza en el brazo, lo que hizo que se callara y que me prestara atención - ¿No te das cuenta de que das asco? - negué levemente con la cabeza y me fui, puesto que ya había sonado el timbre que anunciaba el fin del recreo.

{Narra Elle}

Caminaba junto a Amanda hacia la clase, puesto que ya había tocado el timbre que indicaba el fin del descanso. Por lo general, solía ser muy tímida y cerrada, y me costaba mucho hacer nuevos amigos. Pero ella era distinta, abierta, al contrario que yo y muy simpática. Me resultaba fácil hablar con ella.

- ¿Pasamos primero por el baño? Sólo será un segundo - me preguntó ella.
- Oh, si, claro - sonreí.

Nos encaminamos hacia el baño, que se encontraba justo en frente de nuestra clase. Amanda entró rápidamente en uno de los servicios, cerrando la puerta, y yo me encerré en el de al lado. Me pegué contra la pared, intentando tranquilizarme, puesto que estaba muy nerviosa. Sentía un cúmulo de sentimientos dentro de mi: nerviosismo, excitación, preocupación... aunque todo estaba saliendo bien para ser el primer día. Además de haber conocido a Amanda, también había hablado con otro chico, Justin. Era algo creído para mi gusto, pero agradable y divertido. Y, además, me había quedado prendada de la sonrisa de aquel otro chico tan guapo del que ni siquiera sabía su nombre... Sí, definitivamente, creo que aquel instituto no estaba tan mal. Incluso puede que fuese buena idea lo de mudarse desde Francia, y todo.
Y de pronto, todo se torció. Un enorme globo de agua helada cayó sobre mi cabeza, empapando toda mi ropa. Solté un gritito, y pude escuchar unas leves y ahogadas risas.

- ¿Elle? ¿Estás bien? - Amanda me llamó. Salí del minúsculo servicio casi llorando, señalando con un dedo mi ropa y mi pelo mojado, incapaz de articular palabra. Estaba al borde de las lágrimas - ¿Quién ha sido? - preguntó entonces ella, abriendo mucho los ojos.
- N-no lo sé - tartamudeé - Estaba ahí dentro y de repente...
- Bueno, tranquila - me abrazó con cariño - Encontraremos quién ha sido, no te preoc...

Amanda no terminó su frase, ya que fuimos interrumpidas por el sonido de una puerta al abrirse. Concretamente, la que se encontraba justo al lado del baño que yo había utilizado. El único lugar desde el que se podría haber lanzado el globo.

martes, 1 de mayo de 2012

Capítulo 1 (Parte II).

{Narra Frankie}

Salté de mi skate, lo agarré hábilmente con una mano y comencé a correr por los desiertos pasillos de la entrada del instituto. Sabía que el timbre había sonado hace tiempo, pero no quería entrar de primera. Era nueva en el instituto, y todos me verían como débil, vulnerable. Eso, definitivamente, era lo último que quería.
Pero, al fin y al cabo, no dejaba de ser persona, tenía una vida social fuera del instituto. Por lo tanto, no debería llegar demasiado tarde si no quería que llamaran a mis padres, como solían hacer el año pasado.

Llegué por fin a la clase de Quinto A. Una enorme puerta blanca, sin ventanas, de cuyo interior procedía una aguda y estridente voz femenina. Chirriante. Desesperante. Resoplé, me coloqué bien la gorra sobre mi cabeza y, tras petar rítmicamente un par de veces sobre la puerta, entré en el aula. Lo primero que hice fue mirar a los que iban a ser mis nuevos compañeros. Alrededor de quince pares de ojos se volvieron hacia la puerta y comenzaron a hablar. O, más que hablar, gritar.
La profesora, bajita y huesuda, tenía rostro avinagrado. Una amargada, vamos.

- Buenos días. Usted debe de ser... - comenzó a hablar, a la vez que ojeaba su libreta de notas.
- Frankie.
- La señorita Francesca Bell, ¿verdad? Yo soy Hortense Flack, pero para usted seré la señorita Flack, ¿entendido? - ignoró por completo mis palabras, pronunciando mi nombre. Lo odiaba, lo odiaba con todas mis fuerzas, pero decidí controlarme. Ella aún no me conocía, no tenía por qué saberlo...
- Frankie, si es tan amable... - cambié el skate de mano. Sentía los mismos quince pares de ojos clavados sobre mí, y eso imponía bastante. Casi tanto como cuando la gente se paraba por la calle para verme hacer skate. Casi tanto.
- Como iba diciendo antes de que me interrumpiera, señorita Francesca, hoy es el primer día de clase y ha llegado usted diez minutos después de que sonara la campana, por lo tanto...
- Si, Hortense, me imagino que estaré castigada, ya me lo esperaba - ignoré por completo su petición de llamarla señorita Flack, al igual que ella había hecho conmigo. Escuché unas leves risas procedentes del fondo de la clase, pero no supe identificar el rostro. Recorrí el aula con la mirada y di por fin con un sitio vacío, colocado en la penúltima fila, justo delante de un chico moreno que llevaba una chupa de cuero - Imagino que ese será mi sitio, ¿no? - y sin esperar una respuesta por su parte, caminé hasta allí, apoyé el skate en el suelo y me senté.

Miré hacia el frente. El rostro de la profesora estaba coloreándose, debido al enfado. No pude evitar que la satisfacción recorriera mi cuerpo de arriba a abajo.

- Francesca, quiero verle después de clase, así que ni se le ocurra marcharse. A propósito, ¿podría quitarse ese gorro de la cabeza? - pronunció la palabra "gorro" cómo escupiéndola, poniendo cara de asco.
- Sí, podría - respondí, asintiendo con la cabeza, pero sin realizar movimiento alguno. Segundos después, la profesora continuaba mirándome.
- ¿A qué espera? ¡Quíteselo!
- He dicho que podría quitármelo, no que fuera a hacerlo.

Ahora si, toda la clase estalló en risas, en especial los alumnos de la última fila. Yo deseaba unirme a ellos, pero ante todo estaba la compostura, no podía perderla.
Me libré de la contestación por parte de la profesora, puesto que el estruendoso timbre sonó. Al ser el primer día de clase, ya era la hora del recreo.
Aliviada, cogí mi skate y me levanté, dirigiéndome a la puerta, cuando alguien me cogió del brazo.

- Eh, espera - me di la vuelta, con gesto huraño, esperando ver a la típica niña malcriada que me recordaría que la que mandaba aquí era ella, pero, para mi sorpresa, fue todo lo contrario. Una chica menuda, con el pelo castaño recogido en un exuberante moño en lo alto de su cabeza y grandes y expresivos ojos verde botella estaba parada frente a mi, mostrándome una sonrisa de oreja a oreja - Voy a andarme sin rodeos: se ve que eres skater, no pegas con la pijería que abunda en este colegio. Además, has sabido como callarle la boca a la zorra esa. Ven conmigo y te presentaré a mis amigos - me guiñó un ojo. Yo levanté una ceja. Me extrañaba bastante que me hablara con tal despreocupación, pero me encogí de hombros. No había tiempo para dudas o precauciones.
- Eh... claro, gracias. ¿Cómo te llamas? - esbocé una leve sonrisa. Aquello de hacer amigos estaba claro que no era lo mío.
- Soy Beth. Frankie, ¿verdad? - y, desde ese momento, supe que la pequeña y energética Beth se convertiría en mi mejor amiga.

{Narra Zayn}

Rebelde, atrevida e increíblemente sexy. Esa sería mi descripción de la nueva en tres palabras, si me lo pidieran. Desde el primer momento en el que entró por la puerta de la clase, algo se removió en mi interior. Algo parecido a las ganas de vomitar. No, aquello no podía ser bueno, puesto que no me había pasado anteriormente. Entonces, ¿qué era?
Estaba ensimismado intentando buscar una solución a mi problema, mientras mi mirada se perdía entre los aparentemente sedosos cabellos de la nueva, que se había sentado delante mía, cuando me sobresalté con el sonido del timbre que anunciaba el recreo.
Me estiré, todavía sentado en la mesa, como si hubiera estado durmiendo durante horas. Me froté los ojos después y me levanté, cuando la clase estaba ya prácticamente vacía. Y, cómo no, el cabrón de Louis se había ido sin mí.
Murmuré unas palabrotas en un susurro y salí corriendo de clase. Me encaminé hacia el patio del recreo, dividido en varios grupos de gente completamente distinta. Estaban las animadoras, los empollones, los frikis, los deportistas, las cotillas... entre muchos otros. Finalmente, avisté con la vista a mi grupo. Una mezcla de skaters, bailarines de break o hip-hop o los que, simplemente, no rascaban bola. Eramos los ¿rebeldes? Ni puta idea. No teníamos ni nombre, todo eso eran simples cursiladas.

Me acerqué a Louis, que estaba apoyado en un árbol, hablando con Beth y con la nueva. La nueva. Debía dejar de llamarla así. ¿Cómo había dicho que se llamaba? Ni siquiera lo recordaba. Estaba tan preocupado por esas repentinas ganas de potar que no presté atención.

- Zayn, colega, ¿dormido todavía? - Louis se mofó de mí. En realidad, siempre lo hacía, pero yo sabía que en el fondo era un buen tipo. De hecho, era la única persona en la que podía confiar.
- Cállate imbécil, sabes que no soporto a la Flack. Podrías haberme esperado.
- Oh, lo siento cariño, se me olvidó esperarte para que fuéramos juntas al baño... - Louis habló con voz aguda, imitando a una chica. Yo me acerqué a él, comenzando una "pelea" de broma. Terminamos ambos riendo escándalosamente. Así era nuestro día a día.
- Bueno, cuando hayáis parado de hacer el animal, me hacéis caso, y tal - Beth nos tiró del pelo a cada uno con una mano, separándonos así finalmente. Yo ahogué un grito. Tan pequeña y con tanta fuerza... - Esta es Frankie, supongo que ya lo sabíais - Frankie. Es cierto, ahora sí que lo recordaba. Frankie. Nombre extraño, pero me gustaba - Frankie, estos son Louis y Zayn - nos señaló a ambos. Yo me quedé quieto, sin reaccionar. ¿Qué se supone que se debía de hacer en estos casos? A las chicas les importaban mucho las presentaciones... Pero, ¿le doy la mano o un abrazo? ¿O eran dos besos?
No tuve que seguir debatiéndome interiormente, puesto que ella misma se acercó y depositó un beso en cada una de mis mejillas, para después hacer lo mismo con Louis. Seguía sin reaccionar. Zayn, colgado, espabila. Pareces imbécil, y como Louis empiece con sus bromitas... la cagas.

Pero Louis ya estaba demasiado ocupado mostrándole a Frankie cada una de las personas que había en el patio en aquel momento.

- ¿Ves aquél tío alto de allí, con el pelo liso, que habla con el chico bajito rubio? Se llama Liam. El otro ni puta idea de quién es, me imagino que uno nuevo - Louis señalaba con el dedo sin cortarse un pelo - ¿Y a ese tipo alto de pelo rizado? Se llama Harry, es buen tipo. Está saliendo con Maddie, que es la chica rubita que está a su lado. ¿La ves? Esa que está muy buena - debido a ese comentario, Louis recibió un sonoro puñetazo en la barriga por parte de Beth - Pero tú lo estás más, cariño - intentó arreglarlo, mirando a su novia. Yo ahogué unas carcajadas - Lo dicho, esa es Maddie. Y la otra chica rubia que está a su lado, esa que se le parece tanto, es su prima. Se llama Hayley. Tampoco está nada mal, pero mi Beth les gana a todas.
- Tomlinson, tampoco te pases. Sabes que odio las cursiladas - protestó Beth, a la vez que se anudaba un pañuelo en la cabeza. Louis le lanzó un beso por el aire.
- En fin, sigamos - mi amigo señaló ahora a una chica medio pelirroja que hablaba animadamente con un tipo rubito y una jovencita morena - Esa chica se llama Amanda. Dicen que es una empollona, pero yo la veo muy atractiva.
- Qué pasa, ¿que tú las encuentras a todas atractivas o qué? Además, que sea empollona no significa que tenga que ser fea... - salí en defensa de Amanda. La conocía de alguna vez que había ido a casa de su hermano Alex, y era un encanto de chica. Y, además, era muy mona.
- Oh, Zayn, con que Amanda, ¿eh? No pierdes el tiempo - Louis volvió a burlarse de mí. Iba a protestar pero él ya estaba de nuevo concentrado en el gentío - Pues bien, no tengo ni idea de quienes son esos que están con Amanda. Él parece el típico chulo-playas, un imbécil, vamos. Ella... no sé, júzgala por ti misma - Louis siguió recorriendo el patio con la mirada, en busca de alguien que le faltara por describir - Ah, y lo último, aunque no menos importante... ¿ves aquél tío de allí? El moreno. Se llama Chuck - lo señaló, para después desviar su dedo hacia dos personas que había a su lado - ¿Y ves a los que están a su lado? Ashley y Álex. Ella es amiga de Hayley, la rubita, ¿recuerdas? Él pertenece al equipo de fútbol. Es un buen tipo, algo lameculos, pero simpático.
- No te olvides de Abby... - comencé a decir yo.
- Es cierto, Abbigail. Abby para sus amigos, que son el grupo selecto del instituto. Es la persona más falsa, ruin y malvada que puedas encontrarte nunca, pero lo esconde todo bajo su cara bonita, por eso no te recomiendo que te acerques demasiado a ella. Es la capitana del club de las animadoras, sale con Chuck y su mejor amiga es Maddie, la otra rubita, ¿los vas pillando a todos?
- Ehm... creo que sí - Frankie habló por primera vez desde que llegué. Su voz era muy dulce, aunque pretendía darle una dureza que yo sabía que no existía en su interior - Son demasiados, pero creo que los recordaré.
- Estupendo - hablé antes de que Louis pudiera hacerlo. Ella se volvió hacia mí, clavando sus profundos y grandes ojos azules en los míos. Parecía querer decirme algo con la mirada, tan expresiva... - Eh, - sacudí la cabeza y comencé a hablar antes de quedarme embobado mirándola - y ahora que ya perteneces oficialmente al grupo de... bueno, a nuestro grupo, ¿tienes alguna pregunta? - Beth rió levemente detrás de mí.

La miré expectante, mientras ella apartaba sus ojos de los míos y los utilizaba para recorrer el patio con la mirada. Segundos después, se giró de nuevo hacia nosotros.

- Sí, solo una pregunta más.
- Adelante.
- Esa chica... - señaló a una joven de estatura baja y cuerpo delgado. Llevaba el pelo por encima del hombro, teñido de un estrafalario color rojo oscuro. Su piel era blanca como la cal, pero caminaba con paso decidido hacia el grupo de las animadoras. Concretamente hacia Abby. - Esa chica, ¿quién es?

¿Quién era esa chica? No podía ser veterana, puesto que nadie se atrevería jamás a dirigirse a Abby de la forma en que ella lo estaba haciendo en aquellos momentos. Debía de ser nueva... alguna pobre ignorante que sufriría las consecuencias de hablar con Abbigail. Estaba seguro de que pronto sabríamos quién era aquella muchacha.

- ¿Sinceramente? No tengo ni la menor idea de quién es.